El siguiente artículo fue publicado originariamente en Marzo de 2007, en el fanzine de aventuras conversacionales SPAC (segunda época-9, en una sección llamada "La charcutería de Urbatain", cuando me hacía llamar por ese apodo. Es un desvarío sobre un libro dedicado a las ideas de Jung y el juego Shadowman, en concreto sobre su excelente mecánica de aumento de poder. También están mis desvaríos habituales sobre productividad, y una muestra de que nunca he vuelto a ser productivo. Está republicado aquí sin editar ni corregir, así que se nota la antigüedad.
El enlace original está aquí:
http://spac.caad.es/1/spac49.htm
Actualmente me estoy leyendo un libro de psicología llamado "Encuentro con la Sombra (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana)" de varios autores, publicado por editorial Kairós. Es un compendio de artículos basados en las ideas Jungianas sobre el lado oscuro del individuo. Jung, psicólogo importante de la talla de Freud, decía que toda persona posee un saco donde conforme va creciendo va echando todo lo que rechaza o todo lo que etiqueta como negativo para su personalidad. De este modo, los padres en la infancia, la sociedad, el entorno, van moldeando nuestro ego, y a la vez, toma forma nuestra sombra con todo lo que lo que aparentemente es negativo. El problema viene porque se suelen echar cosas que poseen mucha energía: como ciertos comportamientos sexuales, ciertas actividades infantiles, o cualquier otra cosa que el entorno donde vivimos considere excrecable. Una sombra muy cargada puede incluso ser peligrosa. Si un chico, por ejemplo, va acumulando en el saco, la ira, la violencia, puede llegar el día que ante las bromas de una pandilla de abusones su sombra explote y le aseste un puñetazo a alguien, aunque sea un alivio de su alma. El problema puede ser más grave si el chico espera más tiempo para desahogarse y finalmente su sombra toma posesión de su YO personal, al igual que Mr. Hyde consiguió el control del Dr. Jeckyll sin necesidad de tomar la poción, y un mal día coja unas cuantas armas y masacre en su colegio a aquellos que abusaban de él y al resto de compañeros. Es por esto que Jung habla del gran beneficio que resulta de examinar nuestra propia sombra personal y aceptarla tal y como es, así como sacar del saco ciertas cosas que por imposición cultural antes resultaban negativas y en la actualidad son aceptables (el sexo es un ejemplo claro de cosas reprimidas que una persona adulta a partir de los 20 años puede ir sacando del saco), así mismo conseguimos auto-aceptarnos a nosotros mismos en la totalidad de nuestro SER.
Esto no quiere decir que debamos abandonarnos a nuestra sombra, sino conscientemente dejarla suelta (libertad controlada) para sacar benficio de ella. A mi me pasa exactamente lo mismo: hay dos rasgos de mi personalidad que podríamos clasificar como negativos y tratar de reprimirlos y meterlos en mi saco, son: la pereza y el vicio por los videojuegos (esto es: dedicar un ámplio tiempo de mi vida a lo que aparentemente parece ser perder el tiempo jugando al ordenador de forma compulsiva). Sin duda, abandonarme a mi mismo a esa pereza y vicio no ma haría nada bien: los días pasan volando, la vida se me pasa volando, el juego ya no es tan divertido y me siento globalmente frustrado, sin sentirme realizado como persona (algo para mi muy importante). Pero...
Hace poco me compré una revista bastante mala pero que portaba el clásico "Shadowman" de Akklaim. Automáticamente quedé enganchado y entré en uno de esos letargos viciosos donde lo único que me apetecía era jugar sin parar. Entonces mi Ego se debatía entre abandonarme a mi sombra, y entre lo correcto: jugar menos, atender a la familia, no mostrar algo tan violento delante de mi hija, y cumplir con mis compromisos aventureros. El resultado era una batalla torpe que no beneficiaba a ninguna de las dos partes de mi alma, y me dejaba aún más frustrado, sin ganas de programar, y sin sentir mi vicio saciado. Finalmente decidí una estrategia que suelo usar mucho: temporada de juego intensivo hasta pasarme el juego y así poder pasar página. Y lo hice, en un fin de semana, jugando hasta altas horas, logré vencer el juego, ¡menuda pasada! Me quedé harto satisfecho, me quedé saciado, y lo que la señora Marsha Sinetar decía se había cumplido: mi mente ahora bullía con ideas para juegos y con ganas de programar debido al boom de creatividad y motivación que resulta de disfrutar de un clásico.
"Urbawman toma para si el poder de su sombra." |
Este feedback está genialmente integrado en el entorno, tiene sentido y es mucho mejor que lanzar un mensaje de texto que diga: NO TIENES NIVEL SUFICIENTE. La sensación de poder y su aumento está muy lograda, cosa que hecho de menos en otros juegos o aventuras, sobre todo donde se supone que es el único objetivo del juego: el rol. Esto me ha hecho replantearme ciertas ideas, las lleve a cabo o no. En general, permitir que el jugador obtenga cada vez más poder y que esto se refleje en un entorno, con un sistema de magia, es una gran idea. En concreto en mi juego Ochate, el protagonista tiene la capacidad de ver visiones al tocar algo, visiones de almas en pena de otro tiempo, quizás acontecimientos luctuosos olvidados (como en El Resplandor). Pero esto me parece ya muy visto, y si hay poder en el ambiente, ¿por qué no poder ir aumentándolo para beneficio del protagonista? Así que, quizás ese aumento de nivel se refleje en un mayor control de esas visiones, y ya, hacia el final del juego, poder meternos dentro de la piel de la niña deforme que fué sacrificada en el altar maligno de Ochate, en el oscuro medievo.
A partir de ahora creo que me sentiré mejor conmigo mismo cuando me asalten esas temporadas de pereza mezclada con vicio extremo y trateré de sacar todo lo positivo que pueda de lo jugado en ellas, además de aprovechar el torrente de motivación que me recorre cuando disfruto de una gran aventura, y en general trataré de aprovechar el poder de mi sombra, de las muchas maneras posibles; entre ellas escuchando los sueños, por ejemplo.
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